En el caso de las fuentes renovables para consumo térmico, podemos ver que se situaron en los 4.471 ktep en el consumo de energía final en 2018. Esta cifra confirma un estancamiento de los usos térmicos al producirse un leve aumento del 0,12%, una tendencia que debemos cambiar si queremos alcanzar los objetivos renovables marcados para 2030.
La fuente renovable térmica más consumida en nuestro país fue, con gran diferencia, la biomasa con el 91,2% del total, seguida por la solar térmica con el 7,2%, el biogás con el 1,1% y la geotermia con el 0,4% (Gráfico 1).
La utilización de energías renovables térmicas como la biomasa, el biogás, la geotermia o la solar térmica también producen un efecto de sustitución que evita la importación de combustibles fósiles, entre otros, el gas natural, gasóleo C o de calefacción y gases licuados de petróleo, que sería necesario consumir si no contáramos con las fuentes renovables (Gráficos 2).
El uso térmico de energías renovables evitó en 2018 la importación de 4.471.000 toneladas equivalentes de petróleo (tep), lo que supuso un ahorro económico de 3.602 millones de euros (Gráficos 3).
IMPACTO EN EL MEDIO AMBIENTE
En el año 2018 se evitó la emisión a la atmósfera de 13.551.501 toneladas de CO2 gracias a los consumos térmicos renovables, lo que represento un ahorro económico equivalente de 215 millones de euros (Gráfico 4). El precio de derechos de emisión de CO2 ha sido cambiante en los últimos años que históricamente tenía una tendencia a descender. En 2018, el precio de la tonelada ha vuelto a aumentar, en esta ocasión un 168%, hasta situarse en 15,88 euros por tonelada. Por este motivo el ahorro producido por el uso térmico de las energías renovables ha aumentado un 172%.
Las energías renovables térmicas evitaron en 2018 la emisión a la atmósfera de 14.323 toneladas de NOx y 14.117 toneladas de SO2 , lo que supone un total de 271.273 toneladas evitadas de estos gases desde 2008.
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