Si, como parece inevitable, gas y nuclear terminan siendo etiquetadas en la taxonomía europea como sostenibles, es evidente que tendremos que inventar otra categoría para las renovables. Podríamos llamarlas «Sostenibles + + +» para diferenciarlas de las energías «Sostenibles» a secas, que seguirán generando residuos de larga duración o emitiendo CO2 y lastrando nuestra balanza de pagos se llamen como se llamen.
Parece curioso que, en unos meses en los que los precios de la energía y los mercados eléctricos están desbocados por la dependencia del gas, cataloguemos a este combustible fósil como sostenible. Seguro que los más “maduros”, que no viejos, del lugar se acordarán cuando acusaban a las renovables de no sostenibles porque la sostenibilidad también tenía que ser económica. Parece que ese criterio ha pasado a mejor vida. Y justo ahora que las renovables son las más baratas, una pena… Está claro que las renovables nunca eligen el mejor momento, ni para ser caras, ni para ser baratas.
También llama la atención que, en un momento de tensión en Europa oriental donde la dependencia del gas del Viejo Continente se explota por Rusia como una debilidad clara, dotemos a esta energía de una carta de sostenibilidad que no habían pedido.
Los vericuetos de la política europea nos llevan a esta tesitura, donde el apoyo francés a la energía nuclear, o la necesidad alemana de cubrir el hueco térmico que sus centrales de carbón ocupan en la actualidad tras cerrar las nucleares, nos llevan a una situación extremadamente rara.
Si Bruselas desoye a los expertos, que en el informe entregado por la Plataforma de Finanzas Sostenibles a la Comisión se oponen frontalmente a este cambio, veremos cómo las inversiones en nuclear y gas se vuelven, por un motivo puramente político, verdes. Exactamente igual que si mañana Europa decidiese reconocer a Corea del Norte como una democracia de partido único por un interés puramente comercial. Como si mañana la bollería industrial fuera clasificada como “alimento vegano saludable” porque, ya saben, la harina, el aceite de palma y la manteca de cacao, todo ello proviene de plantas.
Todas las entidades financieras, las empresas y los consumidores que exigían renovables por su sostenibilidad se verán confundidos y extrañados. Tenemos que defender ese sello de “Sostenibles + + +”, no vaya a ser que perdamos la batalla de la sostenibilidad frente a la nuclear y el gas. Menudo panorama…
Esta discusión, más allá de que consiga convencer a algún despistado, llega tarde. Gobiernos, empresas y ciudadanos saben perfectamente cuáles son las energías sostenibles y el ruido no debe hacernos olvidar cuál es la verdadera apuesta de Europa: el objetivo expresado en el FitFor55 de liderar la transición energética y la descarbonización a nivel mundial.
José María González Moya
Director General de APPA Renovables