Los biocarburantes no sólo seguirán siendo en 2030 la principal energía alternativa utilizada en el transporte de la Unión Europea (UE), sino que su cuota de mercado crecerá significativamente durante los años siguientes hasta cubrir a mediados de siglo el 37% de la demanda energética final en el transporte, superando claramente a la aportación de la electricidad (16%). Para cumplir los objetivos de energías renovables y descarbonización previstos para 2030, el consumo anual de biocarburantes deberá incrementarse al menos un 50% con respecto al actual (14 Millones de toneladas equivalentes de petróleo- tep), hasta situarse entre 21 y 25 Mtep. Estas son algunas de las principales conclusiones que se derivan de los escenarios energéticos elaborados por la Comisión Europea para la Estrategia de movilidad de bajas emisiones recientemente presentada. “En este marco, consideramos prácticamente inviable la posible eliminación progresiva de los biocarburantes convencionales que la Comisión estaría valorando introducir para la próxima década”, asegura Óscar García, presidente de APPA Biocarburantes.
Para conseguir los objetivos globales de energías renovables (27%) y ahorro de emisiones de gases de efecto invernadero (-40%) previstos en la UE para 2030, resultará fundamental la contribución de los biocarburantes convencionales –los producidos a partir de materias primas cultivadas en tierra–, así como una aportación creciente de biocarburantes avanzados –los fabricados a partir de desechos y materiales (ligno)celulósicos–.
Será imprescindible para ello tanto el mantenimiento de las actuales obligaciones de biocarburantes como el establecimiento de una obligación específica de biocarburantes avanzados, que sea ambiciosa, técnicamente factible e incluya los aceites de cocina usados y las grasas animales entre las materias primas utilizables.
En este contexto, APPA Biocarburantes rechaza totalmente la posible eliminación progresiva de los biocarburantes convencionales que la Comisión Europea estaría valorando introducir en la futura legislación de energías renovables para el período post 2020. Si la Comisión intentara justificar esta medida en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) derivadas del Cambio Indirecto del Uso de la Tierra (CIUT) atribuido a los biocarburantes, estaría errando no sólo el diagnóstico sino también la solución al problema, al tiempo que pondría en peligro el cumplimiento de los propios objetivos previstos para 2030.
“Los biocarburantes no son en última instancia los responsables del CIUT”, asegura Óscar García, “por lo que este problema no se puede resolver ‘matando’ a los convencionales, sino implementando las medidas para atajarlo propuestas por los expertos en el reciente informe Globiom”.
Este informe, encargado por la Comisión a diversas consultoras especializadas, considera que el CIUT se podría eliminar extendiendo al resto de países y sectores agroindustriales los requisitos de sostenibilidad que ya cumplen los biocarburantes consumidos en la UE desde hace varios años. Como medidas alternativas para acabar con el CIUT el informe plantea la prohibición total del drenaje de turberas, especialmente en Malasia e Indonesia, y el establecimiento de incentivos económicos para la conservación de los bosques.
La posible reducción progresiva de los biocarburantes convencionales tampoco sería justificable por la mera utilización de materias primas cultivadas en tierras, ya que las principales acusaciones vertidas en los últimos años contra los biocarburantes en este punto se han revelado carentes de fundamento. Así lo ha reconocido la propia Comisión en su último informe bianual de evaluación del sector al concluir que los biocarburantes consumidos en la UE no están afectando a la seguridad alimentaria del planeta.