Producción nacional y autoabastecimiento

España siempre se ha caracterizado por su altísima dependencia energética de los combustibles fósiles, la cual registró su máximo histórico en 2008, cuando llegó a alcanzar el 81,3%. Gracias a la generación con energías renovables, la dependencia fue disminuyendo año tras año hasta los años 2012 y 2013, cuando la dependencia se redujo al 70,2%. Debido a la moratoria renovable esta disminución se interrumpió, manteniéndose en el entorno del 73% los años siguientes, a excepción de 2016. En 2017, debido a la fuerte sequía, la dependencia se disparó hasta el 73,9%, cifra que se ha moderado en 2018, año en el que la dependencia energética se situó en el 73,4%.

Por consiguiente, sin tener en cuenta la energía nuclear, la cual se considera autóctona aunque no sea nacional el origen del material empleado como combustible, nuestro país se sitúa cerca de veinte puntos porcentuales por encima de la media de los 28 países de la Unión Europea, cuya dependencia alcanzó el 55,1% en 2017. Las energías renovables, al ser fuentes de energía limpias, autóctonas e inagotables, resultan una herramienta fundamental y necesaria para solucionar este grave problema de dependencia energética, que viene afectando a nuestro país desde hace tanto tiempo (Gráfico 1).

Gráfico 1: Dependencia energética en España en 2018

La energía de origen fósil es altamente contaminante y agotable en una escala de tiempo que podamos considerar corta. El consumo de energía primaria en España en 2018 procedía mayormente de este tipo de energía (petróleo 44,9%; gas natural 21,1% y carbón 8,6%). Este uso de combustibles fósiles complica el cumplimiento de los compromisos asumidos por España con la Unión Europea de que el consumo final bruto de energía proceda en un 20% de fuentes renovables en 2020 y que el consumo de energía en el transporte sea al menos del 10%. Más difícil está incluso el compromiso de alcanzar el 27% de renovables en 2030.

En España también se obtiene energía procedente del uso de combustibles nucleares que se sitúa en un 11,3% del total. Sus reservas son limitadas, generan residuos radiactivos nocivos durante miles de años y provocan graves catástrofes ambientales en caso de accidente.

Las energías renovables suponen el 13,9% del total de fuentes de energía primaria utilizadas en España en 2018. La Unión Europea ha fijado en el 20% el porcentaje de consumo energético que debe proceder de fuentes renovables para el año 2020. Para su consecución están en marcha tanto el Plan de Acción de Ahorro y Eficiencia Energética 2011-2020 como el Plan de Energías Renovables 2011-2020. Si se cumplen, ambos planes deberían reducir nuestra dependencia energética y nuestro nivel de emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos años. Aunque España está en la senda de cumplimiento de los objetivos europeos debido a la caída de la demanda energética, el propio Gobierno a través de su Planificación Energética publicada en 2015 establece que será necesaria la instalación de 8.500 nuevos MW renovables para alcanzar los objetivos europeos, algo difícil de conseguir debido a la paralización que sufre el sector de las energías renovables en los últimos años.

Las energías renovables son energías inagotables y autóctonas que, al no depender de recursos externos ni de los mercados o situaciones socio-políticas internaciones, permiten la autonomía energética, con lo que evitan conflictos interregionales y graves catástrofes ambientales. Las energías limpias constituyen la única alternativa para un autoabastecimiento energético sostenible.

Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España (2018)