La Asociación de Empresas de Energías Renovables-APPA considera que el resultado de la subasta constata que esta no era “tecnológicamente neutra”, tal y como defendía el Gobierno. Como ya venía advirtiendo la Asociación, la fotovoltaica ha visto bloqueado su desarrollo al igual que ocurrió en la subasta anterior en la que ni siguiera se contemplaba esta tecnología.
La subasta que se ha celebrado cubre 3.000 MW de potencia, poco más de una tercera parte de lo que el propio Gobierno consideraba necesario instalar hasta 2020 es su Planificación Energética de octubre de 2015. APPA espera que, en las nuevas subastas, se corrijan los defectos denunciados por el sector renovable y tengan cabida otras tecnologías limpias que, sin subastas específicas, están condenadas a la parálisis indefinida.
Una subasta aislada que margina a tecnologías
La adjudicación de 3.000 megavatios de nuevos proyectos renovables podría ser considerada un éxito al haber sido cubierta toda la potencia ofertada pero para la Asociación no lo es.
La subasta es la constatación de que no se busca un desarrollo armónico de las distintas tecnologías renovables, complementarias entre sí. El diseño de la subasta, que a igualdad de condiciones daba prioridad a la eólica frente a la fotovoltaica, auguraba el resultado final, donde todos los proyectos adjudicados han sido eólicos. Una subasta que ha demostrado que su “neutralidad tecnológica” era falsa y deja fuera a otras tecnologías necesarias.
Tecnologías necesarias paralizadas
España es un país rico en fuentes renovables y fuertemente dependiente de las importaciones energéticas. En 2015, España necesitó importar el 72,8% de su energía, casi 20 puntos porcentuales más que la Unión Europea (53,4%). Para cumplir nuestros compromisos internacionales y reducir nuestra dependencia energética es necesaria la incorporación de todas las tecnologías renovables a nuestra disposición con un desarrollo planificado y razonable.
Biomasa, minihidráulica o solar termoeléctrica son tecnologías renovables que facilitan la gestión del sistema y aportan seguridad de suministro. Algunas de estas tecnologías, bien por no haber recorrido aún su curva de aprendizaje o porque incorporan beneficios adicionales no considerados por el Ministerio, quedan fuera de subastas marginalistas a precio. Sin subastas específicas, estas tecnologías no se desarrollarán y sufren una moratoria encubierta, a pesar de que las subastas se vendan con una falsa etiqueta de “neutralidad tecnológica”.
La fotovoltaica, que está llamada a ser una de las tecnologías de futuro, se ha visto fuera de las adjudicaciones no por su precio sino por un diseño de la subasta discriminatorio con esta tecnología.
Sin planificación en el sector
Dado que se han subastado solo 3.000 MW de los 8.500 que el Gobierno consideraba necesarios en su Planificación Energética, es previsible que se celebrarán nuevas subastas en los próximos tres años. Sin embargo, las compañías carecen de un escenario previsible de cuándo se volverá a producir una subasta ni en qué condiciones.
La falta de planificación, a la que el sector está tristemente acostumbrado, no da visibilidad a la transición energética por la que apostamos para cumplir los objetivos europeos e internacionales de cambio climático.